Saber observar una marcha


Por Mauricio Vallejo Márquez,

Escritor, jurisconsulto, maestro


Observar, ese es el primer e indispensable paso del proceso creativo. Sin ese verbo es imposible crear, ya no se diga reflexionar.

Observar es distinto a mirar, ya que conlleva ese mirar con el agregado de poner atención y hacerlo con detenimiento y cautela, la forma justa en que se debe apreciar el momento en que vivimos. Porque cada momento de la historia tiene causas y consecuencias, y las consecuencias complican el futuro.

El domingo 17 de octubre se desarrolló la cuarta marcha multitudinaria en contra del gobierno en turno. Los fanáticos al partido de mayoría de la Asamblea Legislativa junto a su secretario general y el presidente se dedicaron a desacreditarla y a denominarla “fracaso”, aun cuando los medios informativos independientes e internacionales dejaron constancia de su existencia, evocando la frase de Joseph Goebbels: “Más vale una mentira que no puede ser desmentida que una verdad inverosímil”. Sin embargo, aún la mentira mejor diseñada y más repetida se desmorona ante una realidad: en El Salvador la gente sale a marchar porque existe descontento con el gobierno.

Sin duda la capacidad de observar parece inexistente para algunos que se dedican a repetir mentiras y consignas a cambio de favores y plazas en los tres órganos del Estado.

El hecho de que existan sectores en descontento que aumentan su cantidad con el pasar de los días es una medida suficiente para saber que “algo no huele bien en Dinamarca” o interviniendo la frase de William Shakespeare, en El Salvador. Algo que un buen estadista valoraría y observaría qué está mal para enmendarlo.

La gente no ve con buenos ojos a los partidos que han gobernado desde los Acuerdos de Paz, le dieron su confianza y tuvieron sus cosas buenas, pero también sus fallas lo que desgastó su imagen tanto que Alianza Repúblicana Nacionalista (Arena) y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) se han visto mermados en fuerza, como sucedió en su momento con el Partido de Conciliación Nacional (PCN) y el Partido Demócrata Cristiano (PDC), tanto fue el desgaste y el resentimiento que los electores prefirieron a un candidato bien vestido con apariencia de bondad, un candidato presidencial que parecía nuevo, pero que había militado en el FMLN y tras eso pasó por el Centro Democrático (CD) hasta ser el primer presidente del partido Gran Alianza Nacionalista (GANA), partido contrario a la ideología de izquierda que afirma profesar. Al ser nombrado presidente sus hermosas promesas aún no se han cumplido, es posible que por enfrentar algo anómalo en su período: la pandemia de Covid-19. Lamentablemente en marzo de 2020 los abusos de poder se desarrollaron de forma evidente durante la cuarentena con sus restricciones estrictas en las que se prohibía el tránsito de personas en busca de alimento o salud para ser enclaustradas en centros de confinamiento, las peleas con la Sala de lo Constitucional por velar por la Constitución y ahí el espejismo desapareció, el presidente y sus partidos afines alimentaron el odio a todo aquel que no esté de acuerdo con sus intereses, así como la división del ya dividido país, destituyó a los magistrados de la Sala de lo Constitucional y al Fiscal general de la República, jubiló a los jueces mayores de 60 años, despidió a miles de trabajadores de la Asamblea Legislativa, de las Alcaldías y de las oficinas públicas para contratar en su lugar a familiares, amigos y militantes de sus partidos igual que las nefastas prácticas de los partidos que ostentaron el poder.

Y así la gente dejó de creer en los partidos políticos y le dio confianza a una persona que se burla de sus oponentes políticos, desacredita la realidad y considera que el pueblo es únicamente el porcentaje de electores que le dieron la presidencia y la Asamblea Legislativa, así como ser después del expresidente Castaneda Castro otro mandatario que desea reelegirse.

Es triste que una democracia como la salvadoreña con sus múltiples errores y con todo el camino para mejorar se difumina para darle lugar a una persona que domine los órganos del Estado, la mayoría de partidos políticos y las Alcaldías. Es triste, porque se le depositó tanta confianza para después desanimar a la gente al verlo generar odio y división que es alimentada por sus aficionados, se comportan como los niños abusadores de la escuela que golpean y abusan del débil.

En tanto, la historia se impone con el tiempo y en ese momento se sabrá quién estaba del lado correcto, porque así como afirmó Sócrates: “la mentira gana bazas, pero la verdad gana el juego”. No importa que se dé temprano o tarde, lo seguro es que llega a su tiempo.


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