Nuestro cambio climático

La sequía que vivimos en El Salvador me hace remontar a la década de 1980 cuando San Salvador se mantenía en 25° grados centígrados buena parte del año, algo tan lejano a los 34° y 36°grados que vivimos casi todo el tiempo en la última década.
Ahora las sequías resultan más problemáticas y no se les da la difusión ni la importancia debida. En la agricultura es un seguro golpe que afectará la economía nacional.
Sin embargo, en la mayoría de salvadoreños también implica una pérdida de productividad. Algo que la mayoría de empresas tienen más que sabido, por eso funcionan con aires acondicionados para que sus empleados produzcan. En tanto, la gente en sus hogares instala el aire acondicionado si tiene recursos, si no el ventilador se convierte en aliado pretendiendo aliviar un poco las intensas temperaturas que sus casas con techos de lámina o duralita brindan. Pero, no reflexionan las verdaderas razones de nuestro sobre calentamiento.
Si viajamos de San Salvador a Santa Tecla veremos que la geografía cambió, que donde habían árboles ahora existen centros comerciales. En la mayoría de hogares parece un crimen tener cuatro metros cuadrados de tierra, todo está encementado. La gente construye en sus pequeños terrenos olvidando que la frescura del ambiente se lo darán los árboles, la vegetación, el correcto ciclo hídrico. He escuchado algunos decir que da trabajo estar recogiendo las hojas y estar regando.
Incluso los problemas de inundaciones que se dan en la estación lluviosa tienen en la hipermeabilización producida por el hormigón y el concreto que nos rodea una de sus causas, así como la falta de cultura para recoger la basura que va llenando los tragantes. En resumidas cuentas, si ensuciamos somos culpables, así como también si no hacemos nada para evitar el problema o para limpiar.
¿Por qué le resulta a la gente innecesaria la vegetación? Por años se ha enseñado que el ser humano se impone a la naturaleza, construye sobre ella. Cuando lo correcto es comprender que vivimos en simbiosis con esta, y si cohabitamos de forma correcta podemos tener mayores beneficios que al destruirla.
La sombra de un árbol, la frescura de la tierra pueden ser una forma más económica de menguar los días de calor que tener el ventilador o el aire acondicionado encendido. La tierra nos alimenta y nos da vida.
Algunos consideran que no se puede hacer nada, pero les reto a hacer ese esfuerzo en sus hogares, en quitar las planchas de cemento, sembrar árboles y regarlos. Les aseguro que pronto habrá un cambio que les resultará maravilloso

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