La inversión comienza en nosotros




Para ganar se debe tener una meta y el deseo inclaudicable de lograrlo. El triunfo comienza de forma individual, hasta convertirse en colectivo.  En estos casos si alguno del equipo no tiene la meta de ganar es posible que el resto sea afectado, sin embargo la lucha de los demás hace la diferencia. Eso sucede no sólo en los campos deportivos, artísticos, sino también en los económicos. Un sector que no contribuye al desarrollo de un país retrasa no sólo dicho desarrollo sino las condiciones para continuar avanzando, sobre todo cuando es tan necesario.  Al existir pequeña y mediana empresa que crece y tiene condiciones, la economía puede mejorar. Pero, eso siempre depende del tesón con que emprendan sus misiones.
Una nación no es un partido político, tampoco un sector. Una nación se compone de toda la diversidad que la conforma: de sus ciudadanos, de su territorio, de su gobierno. Una nación requiere de sus piezas para avanzar, pero mientras algunas no se encuentren preparadas para ello se verán dificultades. Claro que estas pueden ser superadas con la voluntad de cada ciudadano. Se habla de la falta seguridad ciudadana, lo cual es una realidad que nos afecta, no sólo hoy, sino desde la posguerra, tras la firma de los acuerdos de paz el 16 de enero de 1992 cuando ambos fuerzas políticas enfrentadas durante doce años decidieron acabar con una guerra y caminar juntos por un sendero común: la paz. Así también los salvadoreños debemos de trabajar por ese futuro común.
Cuando no existe inversión económica nacional y del extranjero se afecta la economía del Estado por la no percepción de impuestos, así como el sector laboral porque la oferta de empleos disminuye y esta gente desempleada genera inconvenientes a la nación porque deja de percibir un salario, y para sobrevivir debe entrar en  el comercio informal o juntarse con otras personas para que le ayuden a sostenerse, y también existe otro grupo que al no ver saciadas sus necesidades se acerca a una economía alterna que no es legal como el narcotráfico y otros.
Se habla de que nuestro país no tiene las condiciones para que se invierta en él, porque existe inseguridad ciudadana, inestabilidad política, y que pasará mucho tiempo para que esa realidad cambie. En tanto no se habla de que nuestro país ha superado una guerra y desastres naturales, y sigue adelante. Es cierto que existe una crisis económica y no sólo afecta a nuestro país, sino también a buena parte del mundo. La historia nos demuestra que es en los momentos de crisis que se aprecia la fortaleza de los individuos y de las naciones.
Japón se vio sumido en una guerra y recibió dos bombas nucleares el 6 y 9 de agosto de 1945 y nadie apostaba por éste tras la tragedia. En tanto, ellos decidieron creer en ellos mismos y de la nada se levantaron para convertirse en una de las economías más fuertes del mundo, se industrializaron y modernizaron a tal punto que aquel Japón devastado sólo es un recuerdo e incluso cuando el 11 de marzo de 2011 sufrió un tsunami no se detuvieron, siguieron tras esa meta de superarse a ellos mismos. Japón no esperó que se invirtiera de afuera, ellos invirtieron en sí mismos, y era tanta su fe y trabajo que los inversionistas foráneos llegaron. Ese tipo de ejemplos debemos tomar en cuenta para los tiempos de crisis.
No podemos aguardar hasta que el capital extranjero decida venir y apostar por nuestra nación. El Salvador debe dar el primer paso, no sólo para mejorar su economía, sino también su sociedad. Aumentando las oportunidades para desarrollar pequeñas y medianas empresas, así como mejorando las condiciones laborales de la ciudadanía en justo equilibro y también el control de los servicios  básicos; aumentando los niveles de educación de los salvadoreños; apostando por la salud, no por curar enfermedades, sino previniéndolas, mejorando las condiciones nutricionales de los salvadoreños. Estas medidas resultarían el inicio para el desarrollo y la  transformación de nuestra nación.



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