El Salvador no cree

Muchos salvadoreños no creen en los partidos políticos, y el número puede aumentar.
El escepticismo lo llena todo. Y no porque exista una tendencia a no creer en nadie. La gente se ha cansado de cómo operan la mayoría de políticos.
Es posible que muchos acepten las buenas obras que el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) ha hecho, pero no la forma en que se ha manejado el partido en el poder. Incluso algunas figuras han degenerado anticuerpos entre la misma base, volviendo cada vez menos popular al partido con mayor tendencia social del país. Un fenómeno que ya vivieron Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), Partido de Conciliación Nacional (PCN) y Partido Revolucionario de Unificación Democrática (PRUD), los cuales eran conservadores y liberales. La gente se cansa de escuchar muchas palabras y no contemplar los resultados que esperan. En tiempos de Arena se hablaba mucho de la teoría del rebalse en la que se exponía que el dinero iba a llegar a sobrepasar los límites de las empresas, lo cual provocaría un rebalse que favorecería a todos. Ese rebalse jamás sucedió, al contrario mucha de la clase media bajó. La capacidad adquisitiva de la gente es menor a la de aquellos años.
Nadie dijo que gobernar nuestra patria fuera fácil, no podemos esperar resultados inmediatos, pero la cultura de corrupción y el inmediatismo tiene consecuencias, ya no se diga el egoísmo y el solo pensar en un sector lo cual sucede a todo partido en el poder.
El fenómeno de la separación de Nayib Bukele del FMLN generó otro gran problema de descontento. El FMLN perdió votos en las elecciones del 2017, pero no fue solo por la salida del excalde capitalino, ya existía desgaste en el voto que se consideraba duro e inamovible. En las elecciones del año pasado trajeron como consecuencia un posicionamiento de ARENA en la Asamblea Legislativa. Así como la derrota en la Alcaldía de San Salvador. Roberto Muyshdont, el alcalde que ganó las elecciones es uno de los menos votados de la historia y se sintió un gran ganador igual que el resto de sus partidarios. Sin embargo, este fenómeno nos da un parámetro para las elecciones presidenciales que vienen. Donde es posible que menos del 60%  de los electores decidan el futuro presidente. 
El escepticismo cobra espacios. La gente se ha cansado de la política partidaria nacional por el sectarismo y la desaprobación de lo que no es parte de ellos. La tremenda plaga que genera más división. Y vemos la separación de partidos, la generación de movimientos. La crítica negativa mutua, la incapacidad de apoyar lo bueno de cada uno. Surge el rechazo a todo, por no ser parte. Se mantiene el rechazo al que no sigue la línea partidaria.
Por favor, tenemos que aprender a ver lo bueno. Tenemos que aprender que somos un país, donde exisitirán diferencias, donde no siempre estaremos de acuerdo. Vivimos en un país que necesita ser una patria de verdad, donde todos procuremos el bien común y exista civilidad.
Y ese cambio no vendra de los partidos políticos, vendrá de la población. Esa misma población que debe cambiar la forma en que se hace política acá, que debe dejar de ser corrupta en todo, que debe ser integra para construir un mejor El Salvador entre todos y para todos.

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