Violencia, problema de todos



Creer que el Gobierno hará de nuestro país una nueva Suiza es un gran error. El Salvador tiene una realidad totalmente diferente a cualquier otro país, es erróneo querer verlo como Taiwán, Israel, Venezuela o Cuba.
La fórmula que haya ayudado a desarrollar una nación puede servir, pero no será una fórmula exacta. Debemos estar claros en eso, tampoco se solucionarán los problemas de la noche a la mañana.
Los que se quejan de que aún hay violencia, pobreza y el sinfín de problemas no aportan más que el comentario de algo que ya sabemos y vivimos. Sabemos que hay problemas, no somos ingenuos; lo que queremos son soluciones.
El Salvador no es un paraíso en el que tengamos la vida fácil, al contrario. Hay tanta desigualdad, mientras unos reciben un salario mayor de $5 mil dólares, otros sobreviven apenas con $90 dólares. Una verdad que difícilmente cambiará.
La desigualdad social no es algo nuevo, la venimos arrastrando desde el génesis de nuestras sociedades en las que el egoísmo de algunos no les permite ver que si todos estamos bien, todos estaremos bien. No sólo algunos. Si tenemos ciudadanos sin educación, desnutridos y enfermos con dificultad progresaremos Sin embargo, estos problemas no son provocados sólo por un sector de la población como se acostumbra a decir, sino por todos. No es culpa de ricos o de delincuentes nada más. Sí, es un problema en que todos somos culpables por omisión, por saber que pasa y no hacemos nada, por todos los que habitamos en este país, porque El Salvador es nuestro y estamos dejando que caiga. Somos culpables. Porque es un problema que está arraigado a nuestra cultura. Cómo vamos a olvidar que venimos de dictaduras militares, una guerra civil y habitamos una posguerra con miles de efectos derivados de esas causas.
Un país en el que aún hay egoísmo y falta de valores, y que la poca moral cada vez se va perdiendo. La gente vive su vida sin importarle la ajena, sin importar si hay gente que no come o personas que mueren cuando se les pudo dar la mano. Todo por egoísmo. Las desmovilizaciones de las Fuerzas Armadas y del FMLN tras los Acuerdos de Paz en 1992 fue un fenómeno que no se visualizó con la envergadura que tendría, así como el regreso de miles de compatriotas que regresaron del exilio. Ya no se diga todo lo que conllevaría la paz recién llegada para una sociedad acostumbrada a la guerra, cansada de ella, pero acostumbrada. Y así la lista se fue engrosando con el hecho de que recibimos una pésima educación, que no alcanza para comer lo básico y que la medicina todavía es un lujo. La pobreza y la falta de oportunidades sólo fue haciendo el problema más grande aunado con el mensaje transculturizador de los programas de televisión y el cine.
La gente quiere poseer, tener, comprar. Basta con mirar a lo lejos una pequeña comunidad para darse cuenta que aunque el techo es de lámina tiene su antena de cable; al entrar a una de esas casas vemos un televisor de plasma de grandes dimensiones, poseer es la consigna de vida. Las personas muestran orgullosas sus teléfonos celulares inteligentes, se toman fotos, juegan. La gente está comprometida con las últimas tecnologías y sobre todo con tener. El problema no estriba en el hecho de querer tener algo, porque esto es un estímulo para luchar por ello, el problema es que algunas personas ven como único camino para obtener lo que desean dedicarse a actos ilícitos. Romper el camino correcto, por el que les convenga. Gracias a este deseo egoísta de tener, la delincuencia va en aumento.
El Gobierno puede querer parar esto, pero mientras nosotros no ayudemos será difícil. La población está sumida en el miedo y no es capaz de reclamar y denunciar. Sumisamente agachan la cabeza y se acomodan a vivir en territorios de pandillas o maras porque es la realidad que les ha tocado vivir y no ven forma de salir de eso.
 Miles de jóvenes se ven forzados a ingresar a estos grupos porque deben adaptarse o morir, y así el problema se va haciendo cada vez más grande. No es algo que se va a resolver como el café instantáneo. Es un trabajo de años, es todo un proceso en el que todos debemos estar involucrados como observantes y ejecutores.

Comentarios

Entradas populares