Fraude y tardanza, dos cosas distintas
El retraso en el escrutinio final de las elecciones del
primero de marzo tiene pendiente a la población.
Normalmente los datos del escrutinio preliminar se conocían
el mismo día a la medianoche o al menos la mayor parte de los avances, Claro,
pero normalmente eran papeletas sólo con banderas, e incluso no se había
utilizado papeletas para el Parlamento Centroamericano (Parlacen), como en esta
ocasión. Ahora no, las cosas cambiaron desde hace dos elecciones legislativas
con la dinámica del voto por rostro, a lo que se suma el voto cruzado. Por
obvias razones el escrutinio no iba a ser tan “fácil” como en las anteriores
elecciones por la modalidad de cuenta marcas y cuenta votos, sin contar que en
la papeleta para Asamblea Legislativa en San Salvador había 24 rostros de cada
partido y en las del Parlacen habían 20 en todo el país.
La gente especulaba que las Juntas Receptoras de Votos (JRV)
iban a terminar de contar votos a las 10:00 de la noche o a las 12:00 de la
medianoche, sin embargo las especulaciones distan de la realidad. La gente terminó
de contar entre las 6:30 y las 10:00 de la mañana, lo que es un evidente
retraso, que además de retrasar el envío de las Actas al Tribunal Supremo
Electoral (TSE) también retrasaría el escrutinio preliminar y por supuesto el
final. Sin embargo, como no se esperaba algunos dirigentes políticos comenzaron
a gritar que existía fraude. Algo muy distinto, sobre todo si conoce la
historia de El Salvador.
Existe una gran diferencia entre tardarse por un proceso y
un fraude. La tardanza tiene que ver con múltiples aspectos, entre ellos el
método, los tiempos y los contratiempos que pueden ser humanos o mecánicos, así
como las circunstancias del 1 de marzo que dilataron más de lo estipulado el
proceso; mientras que un fraude tiene que ver con una trampa intencional como
los que se realizaban en El Salvador en los tiempos de Conciliación cuando las
JRV llegaban a los Centros de Votación y ya habían urnas llenas de papeletas, o
lo que “campeonamente” le hicieron al Coronel Claramount en 1977 y si nos
ponemos a enumerar las historias y testimonios de esos terribles y deshonrosos
fraudes que se hicieron en nuestro país en tiempos del PRUD y del PCN.
Lamentablemente para algunos dirigentes políticos es más fácil dar ese grito
amparándose de una eventualidad y llamarle fraude a toda derrota electoral que
sufran, tanto que si no recordamos mal un excandidato presidencial incluso
llamó a las Fuerzas Armadas a dar un golpe de Estado en las pasadas elecciones
presidenciales, a lo que las Fuerzas Armadas le dieron una demostración de la
integridad de estas, al aceptar la elección popular. Son otros tiempos, sin
duda. A nadie le gusta la tardanza, pero no podemos ignorar las circunstancias
que se han vivido.
Nadie se pone a pensar en lo duro que les tocó a los jefes
de centro, supervisores, JRV, delegados JEM en el proceso de conteo, la gente
que terminó durmiendo en el suelo o que se dormían en las sillas por cansancio.
Esas JRV que tenían representación de todos los partidos, en las que esa gente
se desveló contando los votos como verdaderos aliados en la democracia. Ya no
estamos en tiempos de “Conciliación”, ese partido que se fundó para convertirse
en oficial y dejó dividido al Partido Demócrata Cristiano (PDC) que lideró a la
Unión Nacional Opositora (UNO) en la década de 1970, cuando ser oposición
equivalía de verdad a jugarse la vida y a tener que vivir el amargo exilio a
diario. Las cosas ahora son tan distintas, aprendamos de verdad de la historia.
Sería bueno que los dirigentes de partidos políticos tomaran ejemplo de sus
militantes que trabajaron en paz y armonía en la mayoría de las JRV, y caminar
juntos en la Democracia entendiendo que no somos enemigos aunque tengamos
distintas ideologías, todos vivimos en El Salvador y necesitamos de los demás.
Si desean que el proceso avance, entonces apoyen más,
colaboren. Sólo gritar y causar desmanes no ayuda en nada, ni al proceso ni al
país.
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