El paro de transporte y el pueblo




Las ratas siempre son las primeras en abandonar el barco. Recuerdo esa terrible frase, la escuché de alguien en problemas, que se refería de esa forma de sus amigos que lo habían abandonado. Es duro pensar que es una realidad y puede convertirse en una metáfora de todo aquel que es capaz de abandonar a los suyos cuando están en dificultades.
Si mi casa se está cayendo haré todo lo posible por repararla, no procuraré terminar de destruirla. El Salvador es nuestra casa y todos somos responsables de ella, no sólo el Gobierno. Somos todos, incluso aquellos que la dañan. Todos debemos darnos cuenta que sólo con insultar, atacar y criticar no se logra nada. Nuestro país requiere propuestas para salir adelante.
Nadie puede creer que El Salvador está en la Gloria y que tiene grandes campos ganaderos como en Nueva Zelanda que produzcan leche o la tecnología de la India para tener cuantiosas ganancias o infraestructura como Japón que es capaz de soportar miles de terremotos y verse siempre bello e imponente. Ni siquiera nos parecemos a las grandes urbes latinoamericanas. San Salvador no tiene las dimensiones de México D.F.
 Nuestro país tiene un territorio pequeño a comparación del resto de Centroamérica, apenas nos acercamos a los 7 millones de habitantes y dicen que somos sobrepoblados, no tenemos 30 años de haber salido de una guerra civil y hay algunos que consideran que debería todo de estar superado cuando ni siquiera 40 años son suficientes para paliar las consecuencias que quedan. Es fácil hablar cuando se desconoce. Hay ciudadanos que llegan a decir que estamos peor que en la guerra, cuando al parecer no recuerdan lo cruenta que fue.
La delincuencia no lucha contra una represión, la delincuencia sólo busca destruir. Los delincuentes se dan cuenta muy tarde de que al destruir también se destruyen. He visto a muchos quejarse de la situación que se vive en el país, pedir que rueden cabezas, erradicar personas, que vuelvan a sonar los fusiles, en fin: Miles de críticas, pero pocas propuestas.
Qué tal si nos tomamos unos minutos del día, no digo horas, unos minutos para pensar en que se puede hacer, en qué aportar, en cómo hacerlo. Como salvadoreños hemos salido de las crisis cuando hemos estado unidos, así como cuando cayó el alud en Las Colinas. Nos unimos y se salvaron vidas. ¿Por qué no unirnos ahora? Es nuestro país, somos salvadoreños todos ¿o no?
Hemos sufrido tres días de paro de transporte. Tres días en que llegar al trabajo, al centro educativo, a donde sea es todo un reto. Lo bueno es que los salvadoreños salimos adelante y vamos. A pesar de que otros salvadoreños son los que promueven esto. Critican las cosas que mejoran al país, pero no son capaces de ayudar cuando se necesita. Algunos dan la impresión de que se aprovechan de estos momentos para hacer campañas políticas y mostrar que el pasado fue mejor, que el presente no representa avances, porque es violento. Sabemos que nuestro país es violento, que tiene maras, que la delincuencia no se necesita buscar porque ella sola llega. Lo sabemos. Lo vivimos. La gente se siente impotente y se dedica a sobrevivir, a ser un país en subsistencia que tiene como principal rubro las remesas que envían los compatriotas que habitan en la diáspora. ¿Y acá? La gente sobrevive con un salario mínimo con el que no puede saciar sus necesidades y aún debe de soportar el bombardeo indiscriminado para que consuma. Los empresarios quieren ganar dinero, esa es su principal razón de vida; no se preocupan de la vida de sus empleados (claro que hay excepciones). Y muchos hijos de estos empleados crecen vulnerables de estas imágenes paternas. Y he acá que no hay espíritu verdaderamente altruista en ellos, deberían escoger comunidades y aportar. Con un 1% de su dinero no creo que se queden pobres y ayudarían mucho más que sólo criticando y viendo desde la colina como se incendia el pueblo. Las maras son una realidad, que no es de hoy. No acaban de surgir. En los gobiernos de Arena crecieron, ahí surgieron las empresas de seguridad privada ¿Acaso no se acuerdan de eso?
En esos años todavía se podía frenar con los planes de desarrollo, brindando salud, educación, alimentación. Pero no todo está perdido, aún se puede hacer. Debemos aprender a denunciar delitos, a defender nuestras comunidades, a ayudar a los demás.
No podemos quedarnos sentados viendo como nuestro barco se hunde y ver que el Capitán va solo. Hay que sumarnos todos, el pueblo, los partidos políticos. Unidos todos los que creemos que El salvador puede ser mejor.
Hablar es fácil, pero sigue siendo mejor actuar.

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